La ortiga es una hierba que sale en el campo sin control, pero hasta hace muy poco tiempo no le hemos prestado la atención necesaria para reconocer su valía. Algunos expertos en nutrición natural y vegetariana dicen que tiene mucho hierro y vitaminas, y al saberlo me pregunté: "si nace en el campo y además es gratis, ¿porqué no usarla?".
Bien, pues yo la he buscado entre los campos de naranjos y los ribazos. Me he puesto unos guantes, porque las hojas tienen propiedades urticantes, cuando se tocan provocan un picor insoportable y en la piel aparecen unos puntitos blancos en la zona de contacto, ¡no puedes parar de rascarte! Y esa sensación dura un largo rato como sabréis.
Dicen los expertos que eso es porque activa la circulación de la sangre. De hecho, en alguna de las medicinas alternativas la utilizan para calmar los dolores de ciática y articulares golpeando la zona dolorida con las ortigas, para así activar la circulación sanguínea y calmar el dolor.
Recolección y secado
Las recolecto a principio del invierno, cuando nacen y son más tiernas. Las seco en casa dejándolas sobre papel de periódico en un lugar bien aireado y oscuro durante un par de semanas. Luego las guardo en un bote opaco y cerrado, de esa manera no pierden ni el color ni las propiedades, y puedo disponer de ellas en cualquier momento.
Utilizo la ortiga seca en muchísimas de mis recetas, espolvoreando la cantidad necesaria sobre los platos como cualquier hierba aromática: en sopas, pastas, panes, carnes, pescados, empanadas, etc. Y os puedo decir que tiene un sabor diferente a cualquier otra hierba conocida, es un poquito amarga pero como he dicho deja un gusto peculiar y potencia el sabor de los platos, sobre todo de las sopas y de las pastas. Os invito a probarla si de verdad gustáis de sabores un poquito "diferentes".
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